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viernes, 29 de abril de 2011

LA FAROLA/ ALMAS GEMLAS

Cuando sus padres compraron aquella casona ella solo tenía 5 años.
La habitación que compartía con su hermana disponía de dos amplios ventanales que daban a la calle principal.
Estaba situada en la segunda planta.
Desde uno de ellos se veía perfectamente la farola que cada noche encendía el farolero con su larga caña.
Una noche se despertó, y atraída por la luz exterior pego su cara al cristal para ver la calle.
Debajo de la luminaria había un hombre apoyado, su aspecto le recordó al de un señor que había visto en alguna película con sombrero gabardina y fumando parsimoniosamente un cigarrillo.
El joven desconocido miro hacia arriba y esbozo una calida sonrisa al verla detrás del visillo que sujetaba con su mano.
Volvió a su cama.
Al día siguiente le contó lo ocurrido a su hermana y por la noche, cuando toda la casa dormía ya las dos niñas se pusieron al asecho detrás de las cortinas para ver al extraño, las sorprendió el Aya quien vigilante había oído sus risas y cuchicheos. Fueron mandadas sin contemplaciones a la cama. Pero la terquedad infantil le pudo al sueño que dan los años y al cabo de un rato retomaron la aventura.
“-Lo ves ahí está, ¡es el mismo que anoche y con la misma ropa!
_Yo no veo nada, anda tonta que me quieres gastar una broma.
_Que no que esta ahí, mira ahora nos ha sonreído.
_Anda boba vamonos a la cama que seran las sombras de farola y no se lo digas a nadie que te tomaran por loca y nos castigaran!
No, no eran las sombras de la farola, estaba segura de ello.Lo había visto, le había sonreído, era guapo y sereno.

Pasaron los años, el desconocido de la farola seguía apareciendo noche tras noche y solo ella lo veía. Ninguna de las amigas a las invitaban a dormir tampoco lo pudieron ver…Solo faltaba a la cita cada 10 de Mayo.
Con el tiempo supo que la casona donde vivía había pertenecido a unos duques que la vendieron para irse a Provincias.
Supuestamente porque el aire era más sano para su hija, una frágil adolescente que padecía clorosis.


Cuando tuvo edad suficiente para extrañarse de que solo ella viera a ese personaje se lo contó a su madre.
Al principio esta le resto importancia pensando que era el típico amigo invisible de toda infancia, pero al ver que persistía en su empeño de afirmar que lo seguía viendo cumplido los 15 se inquietó.Se lo contó a su marido, quien tambien intrigado decidió ver que había de verdad en aquella historia, él tampoco veía al desconocido, que ahora tenia nombre y apellidos: el Humfrey Bogard del farol.
Le restó importancia a la historia, niñerías, imaginaciones de fémina en edad difícil.


Cuando, Alicia tuvo ya plena autonomía para ir y venir por la ciudad, un día decidió entrar a la hemeroteca y buscar periódicos atrasados con fecha 10 de mayo.
¡Lo encontró! la noticia decía:” Violento atropello de un peatón por un coche de caballos frente al numero 20 de la calle Príncipe. Carlos Díaz Pérez perdió la vida el mismo día en que iba a pedir la mano de la señorita de Liria única heredera de los duques"
El cochero se dio a la fuga “.Aparecía una foto borrosa de la prometida cuya semejanza con Alicia se vislumbraba.
Azorada salió de la hemeroteca sin saber bien que hacer. ¿Buscar a dicha señorita de Liria y contarle lo que pasaba en farola?
Lo intento pero la prometida había fallecido al poco tiempo del funesto atropello
El padre de la misma sin motivo aparente se había suicidado pegándose un tiro a boca jarro en la biblioteca de su nuevo domicilio. Solo localizó con vida a la Duquesa en una residencia de lujo para la tercera edad.
Esta no paraba de repetir:” no le convenía, no le convenía.”

Han pasado muchos años desde que comenzó esta historia y puntualmente Carlos siguió apareciendo, hasta el día en que probándose su vestido de novia Alicia, se asomo a la ventana. La miró, le tiro un beso con la mano y desapreció.
Dos lágrimas resbalaron por las mejillas de Alicia .La modista dijo:

“¿Qué la emoción no?
-Si claro la emoción.

La emoción de saber cuanto se parecía su prometido a Carlos y que fiel había sido este custodiándola hasta la víspera de su boda.

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