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lunes, 13 de agosto de 2018






 
Texto a seguir de Lola.Agosto 2018


EL LUGAR DE CADA CUAL



Diana quería huir de la marabunta turística y se puso a caminar sin rumbo en dirección contraria a la playa. Buscando la sombra y el frescor se metió entre árboles que subían poco a poco la ladera de la montaña hasta llegar al borde de un acantilado.  La vista era espectacular allí. La tarde estaba calma y desde aquella altura podía contemplar bañistas en el agua y  a muchos más tomando el sol sobre la arena. En el mar, algunas barcas se movían tranquilamente sobre las aguas. Su camino encima del acantilado estaba solitario. Sólo se sentía acompañada por algún insecto o pájaro que disfrutaban del verano.
Lola
Las chicharras incansables lanzaban al aire su chirriar agudo e incesante lo que incrementaba aún más la sensación de calor.
Sobre el mar reverbera la nube típica de la evaporación de los días de canícula.
Siguió ascendiendo.
Ahí arriba ya no se apreciaba el coro de chicharras, solo el "wooom ,woom "de coches que pasaban raudos sobre el asfalto y que también emitía una bruma propia de aquella bochornosa tarde.
Definitivamente, no había salida, por un lado un  mar de "ocupas".
Por otro gentes huyendo raudos y veloces hacia sabe Dios dónde.
De pronto se volvieron a escuchar las chicharras.
Solo ellas parecían estar en su lugar .


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